Ya estando a casi cuatro días de la noche buena, es imposible evadir o dejar de formar parte del ambiente glorioso y del aire perfumado que se respira en vísperas de la - tan esperada y muy amada por los niños - navidad.
Ésta es la primera vez que escribo sobre estos días festivos en diciembre. He pasado tantas
navidades al lado de mi familia y realmente no había llegado a una conclusión muy clara como la tengo ahora.
Me he percatado de ciertas
cosillas que suelen hacerse para estos días, como también las he analizado formando críticas.
Para comenzar, hay veces en el que me siento un poco idiota en el momento cuando participo de una
cholocatada o de un
intercambio de regalos organizado en cualquier lugar.
Llegué a la pregunta: ¿Realmente ven algún significado positivo y valioso en un
intercambio de regalos? Mi respuesta en particular es no, no tiene sentido, no tiene un fin, no es lógico.
Primero, el que organiza el
intercambio de regalos - en la mayoría de los casos - es una persona que se proclama líder, autoridad, organizador o persona socialmente culta, sin embargo estas personas siempre suelen ser los peores amigos que uno pueda tener o en el peor de los casos los más hipócritas. Todo un acontecimiento disfrazado de amistad, de cariño, de
confraternidad, de amor y de solidaridad.
Si sacamos bien el cálculo nos damos cuenta que en el
intercambio de regalos nosotros mismos salimos comprándonos y regalándonos algo que no esperamos o en el peor de los casos no nos guste.
Con respecto a las
chocolatadas, algunas entidades, grupos o
instituciones de bien social tratan de promoverlas. Ahora, la pregunta que me hago es ¿Porque no tienen la misma iniciativa y las mismas ganas de ayudar a los niños pobres de las calles - que divagan por los parques, que no tiene donde vivir, que su único cobijo es una cartón
frío sobre el piso sucio y en mal estado de una avenida o un lugar desconocido, y que el único sustento son las limosnas que la gente se apiada en dar -, y los niños que están dentro de un albergue por x circunstancia en cualquier día del año y no sólo en navidad?.
Creo que muchos nos hacemos esta gran pregunta, y nadie puede dar respuesta a esta observación.
La navidad no sólo se trata de dar un gran regalo o un juguete costoso a un niño desamparado. No debe de eliminarse la posibilidad de regalar
educación a un niño, en dar ropa a un niño, en dar
cariño desinteresado a un niño, y en pasar un momento agradable con un niño que tanto lo necesita.
Por otro lado, las "noches buenas" limeñas estás acostumbradas y más que todo es una rutina tener sobre una mesa limpia, - tendida con un mantel verde y rojo - una taza de chocolate caliente acompañado de una atractiva tajada de
panetón. Muy delicioso para el paladar culinario pero muy excesivo en calorías y sofocante para el clima veraniego que aproxima en aquellos días.
Los familias
norteamericanas y algunas otras de países europeos se dan el lujo de poder consumir y degustar los majares que he
mencionado. Y están acorde al clima en el que se encuentran, pero se han puesto pensar que ¿Lima quedaría fuera del listado de los posibles países que serían los indicados?
Por las mañanas y por las tardes el sol es muy intenso y
ni siquiera las noches se tornan menos cálidas y
acogedoras en el descansar en mis aposentos.
No puedo evitar referirme también a los esperados y suculentos pavos, o lechones, o pollos atiborrados de tanta grasa y relleno de no se que cosa, y que la gente tanto ansía y desea en preparar para la medianoche del 24 de diciembre.
Los
nutricionistas nos advierten con seriedad sobre las comidas en exceso y sobre todo las horas posibles e indicadas que debemos de consumirlas, además nos informan sobre el tiempo que digiere nuestros alimentos.
Es casi brutal y desmesurado comer tanto después de la media noche. No conformes con un plato de fondo, una ensalada, y el brindis con un vino o un
shampagne, también nos atrevemos a tomar una taza de chocolate caliente con una tajada de
panetón. Literalmente estamos cometiendo el famoso pecado - que a tantos les gusta - la gula. Y para terminar luego con toda esta orgía romana decidimos tomar una siesta o porque no, acostarnos hasta el día siguiente.
La suculenta cena que uno acostumbra a ver en la "noche buena" De manera que no estamos encajando exitosamente con estas pequeñas costumbres que rige las iluminadas y adornadas noches que regala una verdadera navidad.
Lo que quiero rescatar de esta colorida y memorable fiesta y de esta gran nube mágica - que alimenta cada persona con la cada ilusión y con cada chispazo de emoción - que posee la noche buena, es dejar bien en claro que el verdadero significado y valor de una "noche buena" lo forma cada uno de nosotros. En el espíritu que tengamos, en la reflexión que debemos de tomar en cuenta, y sobre todo en darnos cuenta que no sólo la navidad es para unir una familia, a un hermano, a un amigo, a países enteros, a religiones, a razas, ni mucho menos a las clases sociales, sino que es para tomar conciencia de todas las vivencias que pasamos en el largo itinerario del transcurrir del año, y ver que cosas podemos mejorar y que cosas nuevas podemos hacer.